sábado, octubre 08, 2011

El volver.

He pasado 4 temporadas largas fuera de casa, y por casa se entiende el lugar donde crecí y reside mi familia.

La primera vez que volví de vivir en Florida, tuve jet-lag semanas. Fue terrible, me dormía por todas partes -más de lo habitual- y sólo tenía hambre. Volví rellenita y morena como no he estado nunca. La magía del sol caribeño.

A mí regreso de Tennessee estaba desorientada, sólo me salía hablar inglés y anhelaba la independencia que me había otorgado la distancia.

En cambio, después de Madrid y de sufrir el máster que me hizo perder 8kg, era el hambre el que mandaba.

Y ahora, habiendo sobrevivido sin catarros de magnitud ni gripes a -26º, llego y me resfrío. Al segundo día: PLAM.
Con 30ºC en el exterior, sol radiante, mosquitos tigre y playa, llevo tres días de constipado de manual.

Fuera están las entrevistas, los amigos a los que aún no he visto, la ansiada necesidad del espacio propio que será en Madrid o en Barcelona. O si muy mal va, en Valladolid.

Y el resfriado me mantiene en casa, como antes el frío.

Fighting forms, Franz Marc (1914) - Dedicado a Violeta.

A veces volver, no acaba de sentar del todo bien.

1 comentario:

  1. A veces volver no sienta nada bien. No. Pero como una persona muy sabia me dijo hace unos días, las ciudades son diferentes con quien las vives.
    Y si estás en Madrid, te ofrezco una bonita flor con la que compartir visitas reiteradas a las vanguardias en el Thyssen.

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