viernes, agosto 05, 2011

Se busca Jed Barlet que NO quiera un segundo mandato.

Llevo días que le llevo dando vueltas a una idea: necesitamos un líder suicida. 

Y hoy mi Marieta, que es un amor, me ha hecho esta entrada a un blog. Me la manda, porque sabe que nunca leo El (in)Mundo, y porque me ha oído -ya bastantes veces- afirmar que necesitamos un suicida para salir de la crisis. 

Será que, al vivir en un país sin crisis, me dedico a pensar demasiado. Aunque busco trabajo en otro, hundido en la incertidumbre de los bonos, en manos de mafiosas agencias de rating y lleno de políticos con miedo a perder la silla.


Personalmente, soy más de Palme o Havel.
La semana pasada, tomando chais molokom en St. Petersburgo rodeada de soviet-mafias, hablaba con un amigo ruso sobre las razones, las consecuencias y las soluciones a la crisis española.
Según él, nos hacía falta un Putin. Entiéndase: mano dura.

(Supongo que es ahí donde la idiosincrasia de cada país florece en el individuo...)

Y mientras los rusos necesitan de regímenes dictatoriales; nosotros necesitamos de suicidas, a mi humilde entender.

¿A qué me refiero con eso? Pues a  un político que NO busque la reelección.

Le decía al amigo post-soviet que no es falta de ideas, ni de gente brillante, y puede que ni de dinero, lo que nos falta... Es un VALIENTE.

Y con eso me refiero a un político loco de atar que no busque un siguiente mandato. Y es que si eres un "suicida" puedes tomar medidas impopulares, pero inteligentes. Te puedes pasar por el forro a los "otros" poderes, porque en un futuro no les necesitarás.

- Valiente para impulsar leyes que quiten poder a la banca y la nacionalicen, como hizo el señor Bush (un liberal de izquierdas conocido).

- Valiente para acabar con los privilegios del funcionariado de ventanilla y de altos vuelos ministeriales. Ligar su sueldo a la productividad (concepto tan incorpóreo como espíritu santo) y acabar con la plaza de por vida. 

Y es que como más conozco la función pública, más claro tengo que el papel de control político del funcionariado que les otorgó una paga casi vitalicia, se ha pervertido. Ahora son ellos los incontrolables. Y ya ni se acuerdan de vigilar los desmanes políticos.

- Valiente para regular por ley las horas de trabajo. Crear un decretazo que acorte las jornadas laborales (pero de verdad y no sobre papel), para crear así una mejor conciliación laboral y familiar. Después sólo vendrán beneficios, believe me.

- Valiente para reducir el presupuesto de defensa a lo mínimo. Y si de nuevo les da por invadir Perejil: les podemos ofrecer políticos imputados como rehenes.

"Espe, podemos huir de la justicia y vivir nuestro amor
en una cabrística isla del Mediterráneo."
"Paco, yo por ti: me hago cabrera."

- Valiente para dejar de ser un paraíso fiscal para las empresas gracias a la subcapitalización y a las entidades de tenencia de valores extranjeros.
(Más información en este interesante, e indignador, artículo.)

Pero mucho me temo que el suicida por el que clamo, sólo existe en las ficciones televisivas como Al Ala Oeste de la Casa Blanca. Porque si algo nos enseñan los guiones de Alan Sorkin es que el poder atrapa, ata y estruja hasta matar. El poder corrompe las ganas de cambiar este mundo a mejor,

Suicidas del mundo, por favor, entrad en política. 

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